No, no estoy tarao. Es así. Echaba de menos la cancha de prácticas.
Está a punto de terminar la temporada de campeonatos. Siempre quedará alguna competición suelta por ahí pero el tiempo ya no acompañará. La noche se nos adelanta cada día más y la manía que tengo de trabajar (a ver si me la quito un día de éstos) me impedirá salir al campo como en la época estival.
En septiembre he vuelto a las clases de golf y a tirar bolas en la cancha. El calor insoportable del verano concentrado en ese invernadero que tienen por cancha impedía la difícil tecnificación del swing. Pero esta semana ya me puedo sobar a bolas en el verde artificial.
La cosa se está haciendo dura. Los músculos se habían acostubrado a las cigalitas de las paellas y las muñecas agarrotadas no bajan los xstiff como se merecen. Los nuevos objetivos para el año que viene requieren afinar los movimientos, y los cambios impuestos en mi swing están haciendo dudar de mi capacidad. Pero soy maño, y eso se nota.
Las gestas en este primer año de golf han sido suficientes para comenzar una nueva temporada de entrenamiento y disfrutar sudando de lo lindo en la cancha.
Agradecer a los amigos que me han acompañado hasta ahora enseñandome todo lo que sé, dandome ánimos en los malos momentos y disfrutando de las partidas de golf.