P. En Stroke play, un competidor juega dos golpes en el hoyo 14 tras lo cual juega una bola equivocada, que él cree que es su tercer golpe. Juega un total de veinticuatro golpes con la bola equivocada, embocando con ella. Entonces descubre el error. Antes de jugar desde el tee de salida del hoyo 15, pregunta a un miembro del comité sobre lo que debe hacer. El miembro del Comité le dice que continúe y consulte al Comité cuando concluya la vuelta estipulada, en vez de decirle que rectifique su error como señala la Regla 15-3b. ¿El competidor debería ser descalificado como prescribe la Regla 15-3b?
¿Te suena?

Sólo le he añadido 20 golpes.
El error, en esa situación, como en la nuestra, es inicialmente del jugador, por jugar bola equivocada.
En esa situación el miembro del comité se equivoca, y por ello el jugador se traga 24 golpes. (O no, porque nunca sabremos los golpes que habría dado de haber rectificado, exactamente igual que en nuestra situación, de rectificar desde otro sitio)
En nuestro caso el comité puede equivocarse o no, y probablemente nunca sepamos si se equivocó. Si creyese que existe alguna posibilidad de que obtuviésemos evidencia adicional posterior, podría hacer que el jugador jugase dos bolas. Ya sería mucha mala suerte que no la hubiese jugado desde ninguno de esos dos lugares.
Pero lo normal es que, si no existe evidencia ahora, no exista luego, luego esos son los elementos de juicio con los que has de contar. Además, conforme a la 34-3/9, con los elementos de juicio que cuentes en ese momento has de tomar la decisión. Si luego surgen nuevos elementos, mala suerte, o buena suerte (pues quizás esos elementos respalden tu decisión).
Ya digo que todo esto supeditado al cálculo de probabilidades.
Respecto a la extinta 26/5, la única “prueba” que tienes de que el jugador consideró que esa era su bola es el hecho de que la jugó. Exactamente igual que en nuestro caso.
Desde este punto de vista no veo que principios se rompen, más que los que ya rompía la 26/5, o rompe la 33-7/5, si acaso.
Sin embargo, en mi solución, impides el derecho de opción. En tu solución no lo impides. Ya que no existen evidencias ni indicios (partimos de esa base), estás dejando al jugador elegir libremente desde donde jugar su siguiente golpe, e incluso con cuantos golpes en su tarjeta, basándose en “nada” puesto que no existen evidencias, ni indicios, ni cálculo de probabilidades que le hagan decantarse por un lugar u otro. Lo único que le tira para atrás es... ojo, que si después surge nueva evidencia, por muy honrado que hayas sido, hasta echándolo a suertes, te voy a descalificar si cometiste una grave infracción. Suponiendo un juego medianamente normal, o el jugador acierta con el punto o, como se haya equivocado y se demuestre, nada más que por distancia, habría cometido una grave infracción.
No, no, espera... si me voy al lugar más alejado, entonces seguro que no cometo una grave infracción..... ummm, no, no, es que uno de los golpes posteriores lo jugué desde un bunker, y claro, si juego desde fuera del bunker cuando no debía hacerlo, a lo mejor también podría ser una grave infracción. O ese otro golpe que jugué desde dentro de la zarza, tan sólo 20 metros por delante de donde jugué... me lo estoy comiendo.
Señor comité: ¿No cree usted que las reglas me han de dar una solución para continuar el juego? Señor comité, que le estoy pidiendo una decisión sobre donde jugar mi bola, dándole toda la información de la que dispongo. Quiero una decisión, no una espada colgando de un hilo.
Y siguiendo con las decisiones. Sí que hay decisiones donde en stroke-play se cuentan golpes jugados a una bola equivocada (la de arriba citada). Ahora soy yo el que pregunto si hay alguna donde se anulen golpes jugados a una bola en juego.
Con tu solución, existe la posibilidad de que se esté haciendo precisamente esto. Con la mía, lo que cabe es que, debido a una decisión del comité, cuenten golpes jugados a una bola equivocada, exactamente igual que en la 33-7/5 (sólo que en nuestro caso puede que no sea una decisión equivocada, sino precisamente la más adecuada)
¡Qué de tiempo sin mantener una discusión acalorada!
